Las personas con un trastorno de la conducta alimentaria siempre nos preguntamos que fue lo que paso para que enfermaramos, quien nos hizo vivir en este infierno?, puede ser que culpemos a nuestros padres, al rechazo de la gente o a lo que hemos vivido a lo largo de nuestra vida.. yo, contrario a la opinion de otros(que tal vez saben mas que yo) creo que la anorexia nerviosa es un sintoma de cosas que suceden en nuestra vida y que en determinado momento no sabemos como manejar por lo tanto aparecen los trastornos alimenticios que pueden ser causados por infinidad de circunstancias.
El siguiente articulo describe de forma muy completa las causas que la pueden originar. Mas que preguntar porque? (algo que nos pone en posicion de victimas) deberiamos preguntar como hacer para salir adelante? recuperemos el poder de nuestra vida, un poder que siempre hemos tenido, ya que tenemos dos caminos a elegir: dominar nuestra
mente o ser dominados por ella. Ya hemos vivido esta segunda alternativa: nos hemos dejado llevar por los miedos, las neurosis y la inseguridad, simplemente porque tendemos a la autodestrucción. Ahora hay que elegir que queremos pensar o aprendamos a desechar o ignorar los malos pensamientos.
Anorexia:interaccion de factores.
La anorexia nerviosa, es ocasionada por la compleja interaccion de muchos elementos como socioculturales, de conducta, biologicos(geneticos), aprendidos, emocionales y fisicos.
Estudios realizados muestran que de cada 10 casos de anorexia, 9 de ellos estan copiando una conducta, el caso restante muestra las verdaderas causas las cuales estan ligadas a factores psicologicos, estados emocionales perturbados:problemas familiares, conflictos de infancia, etc.
En estos casos la conducta hostil se vuelve normal:irritabilidad, mal caracter, conflictos familiares a causa de la enfermedad, estados depresivos, confusion de los propios sentimientos. el poseer un cuerpo demasiado delgado provoca orgullo en la paciente, ya que en su percepcion, es demostracion de su perseverancia, autodisciplina y eficacia en conseguir sus objetivos. el comportamiento desafiante no es fortaleza o independencia si no una forma de defenderse del sentimiento de no tener una personalidad definida, el sentimiento de impotencia o incompetencia, la incapacidad de asimilar o adaptarse a situaciones nuevas.
La anorexia puede durar toda la vida, y tiene un marcado y complejo trasfondo psicológico. El tratamiento requiere psiquiatra, nutriólogo o nutricionista y a veces endocrinólogo, por alteraciones hormonales. La familia también es importante en recuperación, y debe haber perseverancia de parte tanto de sus miembros como de la enferma.
La enfermedad, es un conjunto de factores de todo tipo que interactuan entre si, mientras se acentuan entre ellos mismos. Los cambios fisicos y psicologicos ocasionados por la enfermedad pueden ocurrir al mismo tiempo o en cadena.
los factores que dan pie a la anorexia se pueden clasificar en predisponentes, precipitantes, y de mantenimiento:
+factores predisponentes, no hay un único factor, ni se puede especificar uno en particular +factores precipitantes, pueden ser tanto perturbadores -ser víctima de abuso sexual- como banales -un comentario sobre el cuerpo-." Muchos de estos factores aparecen al mismo tiempo y se relacionan íntimamente entre sí, mientras que otros pueden no aparecer.
+factores de riesgo, se dividen a su vez en
* biológicos y genéticos,
* psicológicos,
* aprendidos,
* familiares,
* socioculturales y
* otros.
Factores biológicos y genéticos
la alimentacion puede afectar el sistema nervioso, endocrino por lo que dificulta la investiagcion biologica de forma objetiva debido a la interaccion de neurobiología, dieta y peso.
existen estudios recientes que demuestran que existen factores geneticos que pueden explicar la vulnerabilidad al transtorno, esto tiene que ver con el funcionamiento de la serotonina(que tiene influencia en el apetito, la funcion hormonal y el estado de animo). ademas, los genes determinan la personalidad con tendencia perfeccionista o neurotica, y la insatisfaccion corporal.
la anorexia nerviosa podría tambien ser causada por una disfunción cerebral debida a una anormalidad en la circulacion de la sangre hacia un área del cerebro, lo que afecta la imagen del cuerpo. “Las causas biológicas han sido menospreciadas, y las presiones socioculturales, sobreenfatizadas”, sostiene Bryan Lark, quien estuvo a cargo del estudio. “Debe haber una contribución biológica; de otro modo, todos serían anoréxicos, debido a las presiones socioculturales (…) no digo que la gente nace anoréxica, sino que algunos nacen con una predisposición genética a la anorexia, lo que hace más probable que la sufran. Si vives en una sociedad que promueve la delgadez como un ideal, tienes más probabilidades de desarrollar anorexia si tienes una predisposición biológica”. Los investigadores, a través de imagen cerebral y exámenes neurobiológicos, descubrieron la anormalidad del flujo sanguíneo, en una parte específica en un lado del cerebro, la cual ocurre sólo en gente con anorexia. “Si fuera el resultado de la inanición”, continúa Lark, “se esperaría un cambio global en el cerebro. Y tiende a no regresar a lo normal cuando el peso se recupera. Por ello pensamos que es más una causa que un efecto” (Laurance, 2005).
Por su parte, investigadores del Centro de Regulación Genómica de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona detectaron la variante de un gen que predispone al desarrollo tanto de la anorexia como de la bulimia. Los expertos, coordinados por el biólogo Xavier Estivill, detectaron, tras el análisis de más de 1,500 muestras de población española y europea, una variante en un gen que participa en la interacción de las neuronas, variante que se asociaría con la anorexia y la bulimia.
"Otros factores biológicos que aumentan la aparicion de la anorexia son una cantidad distinta de opiáceos endógenos, que son descargados en condiciones de hambre y promueven una adicción a este estado; niveles reducidos de norepinefrina[1] y serotonina, que permanecen aun después de recuperar el peso; un nivel elevado de cortisol[2] en la sangre, que es un estimulante potente en la respuesta a la alimentación. Esta anormalidad se deriva de un desequilibrio en el eje hipotalámico-hipofisiario-adrenal, estas perturbaciones comienzan antes de que la malnutrición severa ocurra y permanece como problema después del aumento de peso "(Henríquez, 2005).
Factores psicológicos
se considera como factor crucial en el desarrollo de la anorexia el funcionamiento autónomo para establecer la identidad y acceder a la separación; se considera que hay un déficit del yo, traducido en un sentido de “ineficacia personal”; la persona siente necesidad de autocontrol, sobre su conducta y sus necesidades. Asi, la persona hace intentos por controlar el exceso de peso. Sobre todo si su autoestima depende de su imagen, y precisamente hay más presiones culturales en estas personas cuya autoestima se basa en la aprobación externa y la apariencia física; también se considera que parte de la propensión a desarrollar la anorexia proviene de poseer una personalidad “ansiosa y evasiva”, perfeccionista e inhibida, emocional y sexualmente. las personas que desarrollan la enfermedad, rara vez se rebelan, son sumamente sensibles al fracaso y a la crítica, y pueden tener un marcado temor de ser interpelado y humillado públicamente (Henríquez, 2005).
se descubrió atraves de estudiso realizados en 1989 que los problemas alimenticios son una respuesta al cambio de la pubertad, sobre todo a la acumulación de grasa en el cuerpo. Las personas que tenían los sentimientos más negativos sobre sus cuerpos durante la pubertad, tenían un riesgo mayor de desarrollar dificultades en la alimentación.
existen varias posturas respecto a la relacion personalidad y transtorno.
La primera postura es que la personalidad provee una predisposición en el caracter para el desarrollo de un trastorno: según Bruch (1973, en Bay y Herscovici, 1993), un factor que origina el trastorno es la personalidad previa a que la enfermedad se presente, es en la que los niños son “perfectos”, gratifican a sus padres, y no están preparados para la experiencia de la separación propia de la adolescencia; fracasan al desarrollar autonomía de los padres, sobre todo de la madre, porque hay exceso de control; parecen tener conflictos respecto a la maduración sexual, y desarrollan una “persona” social que les permite evadir los enfrentamientos parentales. Pero esta "persona" es “falso”, y poco subjetivo, lo que da mayor vulnerabilidad del yo en la niñez, y se actualiza en la adolescencia, debido a sus exigencias.
La segunda postura es que la personalidad no es un factor de origen, sino que es lo que determina la forma en que se manifiesta la enfermedad. Según Garfinkel y Garner (1982, en Bay y Herscovici, 1993), el peor pronóstico de anorexia nerviosa se asocia a rasgos de personalidad inestable y neurótica.
La tercera postura es que las caracteristicas de la personalidad son consecuencia de trastornos psiquiátricos, por tanto no es causante de la enfermedad. Serán primarios los rasgos de personalidad que persisten luego del restablecimiento nutricional. Toda evaluación diagnóstica de pacientes con anorexia, mientras están desnutridos, debe considerarse absolutamente provisional. Bay y Herscovici (1993) sostienen que sería inapropiado hacer un diagnóstico de trastornos de personalidad, estando desnutrido o en etapa somática. Sin embargo, la prevalencia de trastornos de personalidad en personas con trastornos alimenticios es desconocida.
Strober (1980, en Bay y Herscovici, 1993) encontró determinados rasgos de personalidad en pacientes de anorexia, basándose en estudios realizados a adolescentes anoréxicos no crónicos: ansiedad neurótica, conformidad social, control e inhibición de la emocionalidad, evitación de estímulos, inseguridad social, excesiva dependencia y complacencia, falta de autonomía, y estructura de carácter rígido, obsesivo. Estos rasgos están altamente influenciados por la genética (Cloninger, 1986, 1987, 1988, en Lock et al, 2001). Como rasgos de personalidad de una persona “potencialmente anoréxica” se presentan la necesidad de aprobación externa, la tendencia a la conformidad, la falta de respuesta a las necesidades internas, el perfeccionismo y la escrupulosidad (Bay y Herscovici, 1993; Coon, 1998). La introversión y la depresión, por otro lado, se consideran factores complicantes de la enfermedad, que se vinculan a la desnutrición y a la condición del paciente.
se puede concluir como la baja autoestima, como núcleo y más poderoso potenciador de un desorden alimenticio. Ésta, más la pérdida del sentido de control, podrían considerarse como la raíz de los factores psicológicos que potencian la aparición de la anorexia.
Factores cognitivos o aprendidos
Bay y Herscovici (1993) y Toro y Vilardell (1989) resaltan el hecho de que todo lo aprendido se distorsionan, de modo que el pensamiento se vuelve egocéntrico y dual, sin puntos intermedios. La persona afirma que la delgadez es fundamental para sentirse bien, y su autoestima se regula por un sistema de valores que tiene como eje el peso. Estos pensamientos son la esencia de un potencial ansiógeno y generan conflicto entre la paciente y las personas en su entorno.
algunos de estos pensamientos/conocimientos distorsionados son conceptualizaciones selectivas: concluir en ideas a partir de la consideracion parcial de aspectos, detalles aislados, ignorando la evidencia opuesta: (“sólo puedo controlarme a través de la comida”); generalizaciones excesivas: crear una regla de un hecho y aplicarla a situaciones distintas (“cuando comía carbohidratos estaba gorda; por tanto, debo evitarlos”); magnificación de los estímulos, o de posibles consecuencias negativas: connotaciones exageradas de cómo se sienten; razonamiento dual: pensar en términos extremos y absolutos, de todo o nada; personalización y autorreferencia: interpretación egocéntrica de hechos impersonales (“la doctora me postergó la cita para que yo siga engordando dos días más”; “cuando como, siento que todo el mundo me mira” ); y pensamiento supersticioso: relación causa efecto de hechos no probables (“si como un dulce, se convertirá inmediatamente en grasa en el estómago”).
Otro factor cognitivo de riesgo es la alteración de la imagen corporal. La imagen corporal es definida como la representación del propio cuerpo en la conciencia. La insatisfacción con esta imagen puede dar paso a los trastornos que afectan a la percepción del cuerpo, llamados trastornos dismórficos, lo que es un sintoma central durante la enfermedad. Aún cuando la paciente está extremadamnte delgada, tiende a exagerar sus dimensiones; la negación de la enfermedad parece guardar relación con esta tendencia a negar la delgadez.
Con respecto a la apreciación del tamaño y dimensiones del propio cuerpo se encuentran dos tipos de anomalías. La primera compone las distorsiones en la percepcion, en las que hay errores en la percepción de determinadas areas del cuerpo. El segundo tipo es una estimación distorsionada, que puede dar provocar ansiedad: el supuesto sobrepeso causa una intensa angustia, pero este dimensionamiento distorsionado suaviza el miedo a la enfermedad y hasta a la muerte. Estas distorsiones no siempre se refieren al cuerpo como un todo, sino que frecuentemente se limitan a zonas concretas, como muslos, abdomen, caderas, etc.; No está clara la razón por la que las pacientes sobredimensionan su cuerpo. Pero hay que recalcar que esta sobreestimación no se da solamente en pacientes con anorexia nerviosa. Esta cognición ocurre también en adolescentes no anoréxicas, personas obesas, mujeres de la población en general, accidentados con desfiguraciones físicas y otros grupos. En todo caso, Garner y Garfinkel (1982, en Toro y Vilardell, 1989) recuerdan que esta distorsión cognitiva sí se asocia con la anorexia nerviosa, así como a un locus de control más “externo”, mayor puntuación en depresión, más ansiedad y mayor anhedonia (falta de placer) física.
La distorsión de la imagen corporal constituye una alteración de la percepción “externa” de la persona. Pero también hay alteraciones de la percepción interna. La paciente actúa “como si” el hambre, la saciedad y demás sensaciones corpóreas no fueran percibidos, o percibidos de modo anómalo. No responden al frío, poseen una aparentemente inagotable resistencia a la fatiga y ausencia de apetencias sexuales. También les es dificil identificar su estado físico y emocional y por lo tanto expresarlos apropiadamente. De igual modo, los procesos digestivos, desde ingerir alimentos hasta la evacuación, son objeto de atención para la paciente, con un punto de vista distorsionado. Dan cuenta, frecuentemente, de sensaciones alteradas de saciedad, como hinchazón, náuseas, dolores, molestias inespecíficas y hasta ausencia de sensaciones gástricas.
Factores del entorno inmediato
desde los primeros estudios de la enfermedad ya se consideraba al ambiente familiar como influyente, sobre todo al llegar a la pubertad, y que era frecuente la existencia de un verdadero drama de familia, que debía descubrirse y resolverse. De hecho, algunos investigadores consideran la dinámica familiar como causa posible de la anorexia. El terapeuta familiar Salvador Minuchin y sus colaboradores (1978, en Bay y Herscovici, 1993; ; Sarason y Sarason, 1996; Lock et al, 2001) postularon que cierto tipo de organización y funcionamiento familiar conduce al desarrollo y mantenimiento de este trastorno. Hay características principales en las familias que tienen un hijo anoréxico, y la forma de interacción familiar llevan a que los síntomas de la hija tengan un rol principal con el fin de evitar el conflicto que sucede en la familia, y en el mantenimiento de un aparente equilibrio dentro de ésta.
Hay observaciones clínicas que confirman la consistencia entre la marcada inseguridad en los pacientes y las relaciones familiares perturbadas, pero, al igual que ocurre con gran parte de factores, es difícil determinar si estas características preceden a la enfermedad o son consecuencias de la misma.
Distintas corrientes coinciden en la existencia de una forma anormal de interactuar en los miembros del núcleo familiar. Minuchin (Yepes, 1990; Bay y Herscovici, 1993; Sarason y Sarason, 1996) encajan en el perfil de las que él llama familias psicosomáticas, ya que tienden a expresar los conflictos de modo somático. Constan de cuatro características.
La primera característica es la interferencia o aglutinamiento. Se refiere a una proximidad intensa de los miembros, que hace cualquier cambio repercuta en todo el sistema familiar. Hay interdependencia y/o intrusiones constantes, y la percepción de sí mismo y de los otros miembros no está bien diferenciada. Ante un conflicto, se genera una cadena de alianzas, por ejemplo, ante disputas entre los padres, el hijo se alía con uno de ellos. El espacio vital es frecuentemente usurpado, y ya que no hay un subsistema parental bien definido, los padres tienden a tener metas diferentes en cuanto a sus hijos.
Segundo, la sobreprotección. Ésta retarda el desarrollo de la autonomía y el buen desempeño de los hijos, quienes a su vez, sienten gran responsabilidad por proteger a la familia. Es típico que se inhiban las actividades fuera del ámbito hogareño.
Una tercera característica es la rigidez, o tendencia al mantenimiento del status quo. Hay inflexibilidad a la hora de modificar las pautas de interacción ante crisis evolutivas normales. Los padres pueden sentir que la integridad del núcleo familiar está amenazada por las nuevas exigencias de autonomía, a la vez que niegan cualquier necesidad de cambio en la familia. Se desarrollan los circuitos de evitación, y aquí el hijo portador del síntoma resulta útil: un hijo enfermo es la razón para estar juntos durante los fines de semana y las vacaciones. De modo imperceptible, la familia retiene la dinámica de cuando los niños eran pequeños.
La cuarta característica es la falta de resolución del conflicto. Los tres factores anteriores dan como resultados una baja tolerancia al estrés, y se racionaliza la evitación del conflicto, de modo que no hay negociación y los problemas no se resuelven. Puede que los miembros discutan y uno interrumpa o cambie de tema. En otros casos, el conflicto y las diferencias simplemente se niegan, de modo que se van acumulando, haciendo que aumente el estrés. El hijo es utilizado como agente desviador de los conflictos conyugales, para mantener este subsistema conyugal en equilibrio. Una manera de expresar esto es la triangulación, en la que el niño, sin importar lo que diga o haga, estará tomando partido por uno de los padres; otra, es la coalición padre-hijo, en la que se encuentra de modo estable del lado de uno de los padres contra el otro; en la desviación, los padres se unen, y protegen o acusan al hijo enfermo, que termina siendo el único problema familiar. Toda tensión marital es suprimida o ignorada.
En este sentido, se considera inconscientemente la enfermedad como una forma de mantener el equilibrio y la estabilidad familiares. La conceptualización de sistemas familiares de la anorexia nerviosa propone que el desorden unifica a la familia en ayuda del niño enfermo, mantiene la armonía y evita los conflictos en el matrimonio (Humphrey, 1995).
Las funciones familiares son, hasta cierto punto, mediadoras de los valores culturales. El riesgo de anorexia puede incrementarse si miembros de la familia, especialmente femeninos, presentan preocupación por el peso y la dieta, viendo el peso como una forma de evaluarse, y como algo que se “debe” controlar. De hecho, las madres que hacen dieta tienen más probabilidad de tener hijas que hacen dieta (Wilson et al, 1996). La disfunción familiar puede ser crucial en el desarrollo de la enfermedad, pero a la vez, como se verá más adelante, es crucial en el tratamiento (Bay y Herscovici, 1993).
Factores socioculturales
Dado que la incidencia de esta enfermedad va en aumento y debido a que no es de causa infecciosa o física su aumento puede deberse a fenómenos del contexto social. La industria de la moda ha ayudado a establecer como la más deseable de las apariencias el estar delgado; la persona delgada se equipara hoy a la persona saludable, con posibilidad de éxito social, con atractivo y que demuestra, a través de su apariencia, que cuida de sí misma. Pero sería ingenuo pensar que todo esto se debe a los medios de comunicación, debido a que solo del 0.5 al 1 % de las personas mayores de 15 años desarrolla anorexia. Ya que la mayoría están expuestas a presiones socioculturales similares, la frecuencia relativamente baja sugiere que quizás otros factores se asocien a ella.
a) Presión social y coacción mediática
Patrones estéticos corporales imponen un ideal de belleza, y quienes comparten las características de este modelo se evalúan de modo positivo; quienes se apartan, padecen, muchas veces, baja autoestima. Los medios de comunicación masivos juegan un papel importante, y a la vez paradójico: a pesar de la diversidad de medios en la actualidad, hay una creciente homogenización de contenidos, y una tendencia a las mismas fuentes, siendo influencia predominante Estados Unidos.
se resalta constantemente la importancia de la apariencia, la publicidad comercial inclina a las personas a favor de la pérdida de peso, incorporando, potenciando y concretando el estereotipo estético. Las revistas femeninas incitan a la delgadez de modo directo (textualmente) o indirecto (imágenes). El argumento principal es que la delgadez es salud, y se llega así a vender más la motivación estética que la sanitaria.
La “cultura de la delgadez” viene a ser un valor positivo, una meta, un modelo corporal, un criterio central de evaluación: ser delgada es triunfar, tener éxito, ser mujer. El cultivo e interiorización de estos “valores” pueden significar una presión abrumadora.
b) El cuerpo femenino
Está comprobado que no hay una relación de la enfermedad con el sexo genético, por lo que el padecimiento de esta enfermedad debe estar forzosamente relacionado con aspectos psicosocioculturales del sexo, con el “papel sexual”, los comportamientos, conocimientos y sentimientos comunes a personas de un sexo en una comunidad.
Aquí entra en juego la condición social de la mujer. El culto al cuerpo femenino en muchas sociedades implica el cultivo del cuerpo como forma de éxito social, lo que trae una equiparación entre autocontrol y adelgazamiento, autoestima y aceptación social del propio cuerpo en función de cánones arbitrariamente fijados. Ya no se trata tanto de que la mujer se constituya en un cuerpo/objeto, sino de que la interiorización de una normativa sociocultural lleva a la mujer a convertirse en esclava de ese cuerpo/objeto, creyéndose propietaria de él, aunque en realidad llega a ser poseída por él (Toro y Vilardell, 1989).
Leon (1984, en Toro y Vilardell, 1989) describe las implicaciones del papel sexual femenino en los trastornos alimenticios. Esta autora define algunas pautas sobre este papel. Primero, el comer en público: comer en grandes cantidades es considerado en la mujer como “vergonzoso” e “impropio”. En los varones, los atracones son aceptados y hasta exhibidos, como asociados a la masculinidad. Segundo, responder a la forma corporal ideal: en los varones se inculca la búsqueda del volumen muscular, la obtención de una imagen de ponencia física, con tamaño y apariencia superior a la mujer. La cultura dominada por varones requiere la delgadez femenina para limitar simbólicamente el poder sobre la mujer. Tercero, los rasgos físicos: el concepto de cuerpo y facciones está mejor definido para la mujer. Las transformaciones de su cuerpo la obligan a centrarse en él, y así aprende a dedicarle atención especial a él; la llegada de la menstruación, la forma de vestir, el maquillaje, son algunos de los elementos que se discuten, valoran, promueven y critican desde muy temprano. La mujer se identifica con ella misma a través del cuerpo, su autoimagen importa más que para el hombre la suya.
Mientras que la maduración física de los varones incluye desarrollo de músculo y tejido sin grasa, las niñas experimentan ganancia de peso en la forma de tejido graso. Por tanto, como factores asociados a ser del sexo femenino, se encuentran tener un cuerpo “en forma de pera” y alto un índice de masa corporal, que las aleja del ideal cultural del cuerpo (Wilson et al, 1996; Lock et al, 2001).
La tarea de integrar los cambios en la autoimagen puede ser especialmente difícil para quienes se desarrollan precozmente: además de un crecimiento mayor a comparación de su grupo, que puede llevar a la dieta, problemas de ajuste pueden resultar de la reacción de los padres, ya sea que reaccionen con preocupación y sobreprotección ante el desarrollo sexual temprano de su hija, o le proporcionen libertad para enfrentarse a experiencias para las que puede no estar preparada cognitiva y/o emocionalmente (Wilson et al, 1996).
c) Normas de alimentación y dieta
La población recibe mensajes contradictorios en cuanto a salud y alimentación. Por una parte se fomenta el consumo de comida en grandes cantidades, mientras se hacen demandas sobre el control de peso. Es una relación opuesta entre la abundancia de la oferta de comida y el peso corporal en el sexo femenino, y la presión puede ser tal, que las personas llegan a perder la noción de su cuerpo, sintiéndose con sobrepeso aunque sean normales o delgadas.
La sociedad impone dietas para quienes no llenan el ideal corporal, y quienes naturalmente presentan más masa corporal corren más riesgo de repetir muchas dietas sin éxito. En este caso, la dieta se refiere a una restricción rígida y no saludable de la ingesta calórica, saltos de comidas, y excesiva evitación de comidas específicas para alcanzar determinados peso y forma corporales. La dieta, sin embargo, puede llevar a un exceso de alimentación y elevar el riesgo para desarrollar un desorden alimenticio. Esto es debido a las secuelas biológicas y psicológicas de hacer dieta: ingerir muy pocas calorias puede reducir el metabolismo, de este modo la pérdida de peso se dificulta, formando un círculo vicioso de dieta y vulnerabilidad de sobrealimentación. Psicológicamente, la dieta severa crea un sentido de deprivación y vulnerabilidad a la pérdida del sentido de control (Wilson et al, 1996).
e) Etapa adolescente
La adolescencia es la etapa en la que la persona aprende sobre su propia identidad, adquiere nuevas pautas conductuales, cognitivas y emocionales de su medio social. La aprobación social proviene de sus pares, y compartir los valores del grupo se relaciona a la autoestima. Aceptar el cuerpo se condiciona a los criterios del grupo, que a su vez están determinados por modelos sociales. Los jóvenes se enfrentan a muchas elecciones mientras crecen, pero el cuerpo y el volumen de éste no está entre ellas, y aquí aparece la frustración, si no se amolda a los deseos y esperanzas. El peso significa alejarse del modelo vigente e interiorizado, exponerse a la desaprobación del grupo, y demostrarse autocontrol insuficiente. La pérdida de peso trae sentido de triunfo para la adolescente, es una victoria cultural importante porque personifican imágenes corporales idealizadas por los medios (Henríquez, 2005).
Además, se sostiene que la sintomatología anoréxica es una defensa adaptativa diseñada para lidiar con el conflicto entre la adolescencia y la necesidad de orden y predictibilidad (Wilson et al, 1996). En la anorexia hay una búsqueda de apariencia infantil, lo que hace que se valore la amenorrea una vez que ésta aparece (Riobó, 2001).
f) Grupos en mayor riesgo
Hay ciertos grupos homogenizados en función de intereses o actividades, como bailarinas, atletas y modelos que presentan un riesgo aún mayor de desarrollar anorexia. Una bailarina de ballet, por ejemplo, está consciente de cómo luce su cuerpo: viste ropas ajustadas, y baila frente a un gran espejo; cada bailarina debe verse a sí misma por horas, y no tiene más opción que hacerlo junto a otras como ella, con las que inevitablemente se compara. Garner y Garfinkel (en Toro y Vilardell, 1989) compararon dos grupos en alto riesgo, uno de bailarinas y otro de modelos, con uno de estudiantes de música. Los resultados obtenidos indican que el factor clave no parece ser la competitividad entre los miembros del grupo, sino la misma dedicación a actividades que subrayan el valor de la delgadez.
Atletas masculinos y femeninos pueden entrar en comportamientos para controlar su peso, incluyendo alimentación anormal, para mantener su desempeño. Pero es preciso distinguir los comportamientos, aun cuando extremos, enfocados en mantener un peso bajo por razones de desempeño y la psicopatología de un desorden alimenticio. Para esto, la clave es la significación de estos comportamientos para el atleta: puede ser un comportamiento puramente instrumental, que no persista durante las temporadas en las que la presión es baja, y no se acompaña de ideas sobreestimadas sobre el peso para autoevaluación (Wilson et al, 1996). En este caso, no es un fenómeno clínico.
[1] Molécula monoamina neurotransmisora. Los neurotransmisores son moléculas por medio de las cuales las neuronas se comunican entre sí (Rains, 2001).
[2] Hormona que forma parte de la activación de una respuesta de estrés (Rains, 2001)
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